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La muerte de un ser querido es uno de esos momentos de la vida que todos queremos evitar, pero ninguno puede rehuirlo.
No es cierto que un funeral debe ser un evento social, como un bautizo o una boda. Tampoco es verdad que deba implicar una pérdida económica significativa. En efecto, no es necesario hacer un gran desembolso de dinero para organizar una ceremonia, sin dejar de ser un entierro sencillo y elegante.
Los servicios funerarios suelen adaptarse al gusto y a las preferencias de los parientes y amigos del fallecido. De este modo, es importante adecuar perfectamente el estilo del evento a la forma de ser y a la personalidad de los presentes. Es posible hacer entierros económicos en Albacete, haciendo que la pérdida de un ser querido no se convierta, además, en una pérdida financiera o económica para el entorno íntimo de quien les está dejando.
Servicios Funerarios: Entierros en Albacete
La principal diferencia entre los entierros de antaño y los actuales se encuentra, principalmente, en el papel de la familia.
Antes, era la encargada de todo. Desde llamar al médico para las correspondientes certificaciones legales, vestir y arreglar al fallecido antes de ser expuesto para su velatorio. Hasta hablar con la parroquia y el ayuntamiento para el cementerio, encargar lápidas, coronas y demás ornamentos.
Todo eso suponía un auténtico quebradero de cabeza para los encargados, que sumaban al dolor del momento la responsabilidad de cumplir con las últimas voluntades de la persona que había fallecido.
Hoy en día, ese proceso es realizado por los servicios funerarios como los que ofrece Funeraria La Nueva. Nos encargamos absolutamente de todo: aspectos oficiales y legales, contacto con el tanatorio, la iglesia (o lugar donde se realice el oficio), traslado y arreglo del cuerpo, encargo de flores, lápidas, etcétera. Así, se simplifica este trago para los allegados al fallecido.
Una ceremonia íntima
Hay grupos familiares que pretenden mantener el rito de la muerte en la intimidad. Sin hacer de ello, una reunión meramente social. Son en los que, por lo general, participan únicamente los parientes y amigos muy cercanos, dejando de lado, quizá, los compromisos laborales o de protocolo.
Para ellos, el tiempo transcurrido en el tanatorio debe ser un momento de reserva y de recogimiento, en el que prefieren no cruzarse con personas ajenas al entorno o al círculo íntimo. En tales circunstancias, adoptando la ceremonia a un protocolo singular, es momento de cambiar el tipo de flores, velas y ornamentos utilizados. Se adopta, entonces, un estilo minimalista, que no sobreabunde en detalles ya que lo que se valora, en primera instancia, es el sentimiento y no el qué dirán.
Aunque las circunstancias son completamente diferentes y, por desgracia, mucho más desagradables, el momento del fallecimiento de una persona tiene algunas similitudes, socialmente hablando, con otros eventos como bodas, bautizos y comuniones. Ante este acontecimiento, que forma parte del inexorable ciclo de la vida, la familia más directa (viuda o viudo, hijos, hermanos…) debe organizar todo lo relacionado con el funeral: decidir entre cementerio o crematorio o escoger las lápidas. Afortunadamente, los servicios funerarios hoy día se encargan de todo y permiten aliviar la carga en este tipo de situaciones. Sin embargo, la familia sí ha de indicar a la funeraria el tipo de velatorio y los entierros que se quiere realizar, para adecuar correctamente los elementos.
Cómo realizar un entierro económico
En tales casos, se recurre al uso de lápidas de materiales no muy costosos. Teniendo en cuenta que la familia y los amigos de la persona fallecida, no están interesados en invertir en ello, o simplemente, no pueden hacerlo por razones personales, financieras y/o económicas.
El entierro, de esta manera, se simplifica. A pedido de los interesados, solo se solicitará la participación de un representante de la Iglesia, de modo de dar una bendición y despedida formal. Aunque esto también puede evitarse, si así lo desean sus seres queridos.
Por último, la familia decidirá si elige una sepultura o si, por el contrario, se procederá a la incineración del cuerpo. Es de destacar que esta última alternativa resulta la más barata, ya que no requiere traslado al cementerio.
Lo más importante, en tales circunstancias, es contar con una casa funeraria seria y de confianza que acompañe, a través de sus múltiples servicios funerarios, uno de los momentos más tristes de la vida, como lo es la despedida de un ser querido.
Entierros abiertos a todo el mundo es lo habitual
La opción más habitual es la de hacer un entierro abierto a todos aquellos que conocieran al difunto y quieran darle su último adiós. La funeraria se encarga de publicar la esquela, que contendrá los detalles del funeral, en la que implícitamente se invita a los allegados a acompañar al difunto en su despedida. La empresa puede incluso encargarse de llamar a las personas que la familia desee para comunicarles la noticia. Muchas veces, especialmente en localidades pequeñas donde el fallecido era conocido o ante personajes ilustres o pertenecientes a asociaciones o entidades, este tipo de ceremonias se convierten en multitudinarias. Teniendo en cuenta esta circunstancia, los servicios funerarios escogerán un tanatorio con salas amplias y facilidades para poder atender a las personas que se acercan a él y, al mismo tiempo, que la familia se halle lo más cómoda posible.
A la hora de escoger el lugar de celebración del sepelio o entierros, en casos en los que se espere una gran concurrencia de gente, se deben buscar iglesias con capacidad suficiente para que pueda entrar el mayor número de personas posible, y reservar las primeras filas para los familiares más directos, mientras que el resto de asistentes se situarán en los otros bancos o en los laterales; lo mismo ocurrirá con el lugar donde se desee hacer la ceremonia en el caso de ser civil. La línea de pésame, compuesta por los allegados más directos tras la ceremonia, puede ser organizada también por los servicios funerarios.
En los casos en los que se prevea una asistencia numerosa, puede llegar a contactarse con la autoridad para cortar el tráfico ante el paso del cortejo fúnebre, para que sea tenido en cuenta y se eviten posibles incidentes.
¿Qué tipo de entierro elegir?
Como decíamos hay familias que deciden hacer de la despedida a su ser querido un momento de intimidad y recogimiento, sin la irrupción de terceras personas ajenas al círculo más cercano. En esos casos, el protocolo cambia y también la forma de diseñar y llevar a cabo los actos correspondientes. Todo se simplifica mucho más, aunque nunca se debe dejar de tener en cuenta las necesidades de las personas implicadas. También la funeraria publica esquela si la familia así lo desea, aunque en este caso no indicará los detalles del responso.
Puede que quieran preparar una ceremonia de funeral o entierros, religiosa o civil, en la que alguien dedique unas palabras de recuerdo al fallecido. Lo que habrá que consultar con el párroco, en el caso de celebrarse en una iglesia. O con el responsable del tanatorio o lugar en el que se realice, en caso de ser civil. Los familiares también pueden optar bien por la sepultura, bien por la incineración. En esta última circunstancia, normalmente, no habrá comitiva ni traslado al cementerio, sino que se hará en el propio tanatorio o aledaños.
No existe una manera mejor o peor de organizar la despedida a un ser querido. Los servicios funerarios se encargarán de adaptarla a las necesidades y los deseos de los más allegados en estos duros momentos.
¿Y qué papel juegan los Tanatorio en este proceso?
Los tanatorios son un lugar de reunión pero también el lugar de encuentro de las personas que quieren dar la última despedida a quien se marcha ha cambiado. Antiguamente, se habilitaba una habitación en la casa del fallecido donde se instalaba la capilla ardiente y se velaba al muerto hasta su entierro. Allí acudían familiares, amigos, vecinos, etcétera.
En ocasiones, se servían bebidas y pequeños aperitivos a los invitados e incluso días después acudían a casa invitados para dar el pésame.
Sin embargo, con el tiempo se ha ido advirtiendo que las condiciones de temperatura e higiénicas no son las más adecuadas en ese ambiente, que ha sido sustituido por el tanatorio. Un lugar aséptico, preparado específicamente para este tipo de ocasiones y en el que están todas las comodidades para hacer la estancia lo más cómoda posible, en especial para los familiares del difunto que pasan allí largas horas.
En casi todos existe la posibilidad de pasar la noche entera acompañando a nuestro ser querido, dependiendo esta opción de la voluntad de la familia.
Tanatorio de Albacete
En cuanto a la ceremonia de despedida, anteriormente era siempre religiosa, pero ahora se puede realizar una misa funeral en una iglesia o capilla (en el propio tanatorio las hay) o realizar una ceremonia de despedida civil, sin componentes religiosos, también en el propio tanatorio.
Por otro lado, cada vez más personas deciden cambiar el clásico entierro. Bien en tierra o en nichos, por la incineración en el crematorio.
Alguna de las tradiciones propias de décadas atrás que ha ido desapareciendo ha sido el reparto de las esquelas tras el funeral, a modo de recordatorio. Que incluían una foto del fallecido y un texto o pequeña oración por su alma.
También las misas los días posteriores a la muerte se han reducido. Pasando a ser normalmente 2 o 3, en los días señalados por la familia. El luto también se ha aligerado considerablemente, acotándose a los más allegados y sin el carácter obligatorio de antaño.
Incineraciones, una nueva tendencia
Existe una alternativa al entierro que además está muy al alza en los últimos tiempos. Se trata de la denominada cremación o incineración. Su crecimiento es exponencial. En nuestra ciudad, más de un tercio de sus fallecidos optan por la cremación frente al entierro según datos proporcionados por el Ayuntamiento de Albacete.
Entre otras razones está el encarecimiento que sufrieron los costes funerarios por la subida del IVA del sector del 8 al 21% en 2012, en plena crisis económica. Eso provocó que las incineraciones, más económicas, creciesen frente a los entierros. Además, también contribuyó el cambio de mentalidad de la sociedad en cuanto a los rituales y tradiciones funerarias.
Hasta hace no mucho tiempo, los entierros suponían más de un 70 % de los sepelios que tenían lugar en los cementerios españoles. Algo que ha cambiado considerablemente.
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